Diagnóstico: cáncer

Un diagnóstico de cáncer no es una sentencia de muerte, pero no es raro que se reciba de la misma forma. Con incredulidad y mucho miedo, con ganas de negar que esté pasando realmente y, a la vez, con la necesidad de saber todo lo que está ocurriendo.

Lo primero que se debe de hacer tras un diagnóstico de este tipo es pedir una segunda opinion medica. Esto no tiene por qué ser tomado como algo malo por el médico que nos atiende. Lógicamente, él nos estará dando la que cree que es la opinión certera, pero también es lógico que queramos cerciorarnos no solo del diagnóstico, sino también del tratamiento que se va a realizar.

Ambas cosas son muy importantes para el paciente, lo primero que tiene que saber es qué le pasar realmente. Tal vez sí sea cáncer, pero no es lo mismo que sea un cáncer en un estadio inicial que esté ya avanzado y tampoco es lo mismo que haya o no una metástasis. Por todo esto, la segunda opinión es fundamental, ya que puede matizar o no cosas de la primera.

En el tema del tratamiento todo es un poco más complejo ya que la forma de actuar de cada médico puede ser diferente. No hay una manera única y estándar a la hora de hacer las cosas. El cáncer, en algunos casos, puede atacarse por varios caminos y cada profesional tendrá su método de trabajo. El paciente deberá de conocer más de una opinión, pensar por sí mismo y una vez que tenga tomada una decisión, confiar totalmente en el médico.

Por decirlo de algún modo, es al principio cuando el paciente debe de cuestionarse el método de trabajo del médico, una vez que decide tratarse con alguien en concreto, lo mejor que puede hacer es confiar y, aunque tiene derecho a saber qué le hacen y por qué, no estar consultando cada paso porque ralentizaría el proceso de curación.

Una segunda opinión es importante, pero no puede haber una segunda opinión en cada paso que se da o no se avanzará en el camino. Y siempre hay que tener en cuenta que en la lucha contra el cáncer es vital ser rápidos y hacer las cosas con celeridad para evitar que la enfermedad avance y llegue a un punto en el que nos deje sin demasiadas alternativas o reduzca nuestras posibilidades de éxito.