Sé que me va a tocar el Gordo este año. Tengo una amiga que echa las cartas y me lo ha asegurado: dice que hay una conjunción planetaria que me favorece y que esta vez va en serio (también me dijo el año pasado que me iba tocar la de El Niño). Yo, que siempre he sido un pobre hombre, no sé qué voy a hacer con tanto dinero.
Dicen que los agraciados con el Gordo de la Lotería de Navidad tienen más probabilidades de caer en depresión. Lo leí en una revista especializada en Psicología: hicieron un estudio en Alemania sobre dos mujeres depresivas que habían empezado con su problema poco después de ser agraciadas con un gran premio. Y hay más. También se dice que una de cada tres personas que reciben un sustancioso premio en la Lotería de Navidad se declaran tiempo después en bancarrota.
Así que yo me he puesto manos a la obra para nos ser un depresivo arruinado una vez que me toque la loto. Lo primero que he hecho ha sido buscar una entidad financiera que proteja mi caja de caudales. He decidido domiciliar nomina evo porque en EVO Banco me dan un servicio único y me prometen tratarme igual sea rico o pobre, algo que no se puede decir todos los bancos que hay en este país.
También me han puesto en contacto con algunas inversiones interesantes. Ya les he dicho que no quiero riesgos, que lo que a mí me va son las inversiones seguras. Es cierto que siempre hay un mínimo riesgo pero no quiero ir de nuevo rico que dilapida su dinero en dos días en invertir en una empresa que ha descubierto, por fin, el ungüento contra la caída del cabello.
Aunque lo de domiciliar nomina evo no sea imprescindible, yo no pienso dejar de trabajar en mi querida cocina del restaurante de comida rápida. Dicen que si te toca la lotería no debes dejar el trabajo porque puedes deprimirte sin saber qué hacer: y yo no pienso dejar a mis queridos clientes sin hamburguesas, aunque sea un cocinero millonario.