¿Qué errores se cometen al elegir despacho de abogados?

Tras reactivarse en los últimos trimestres, el sector legal afronta un año prometedor, con miles de firmas y despachos operando a un ritmo vertiginoso. Debido a la oferta disponible —una de las más amplias y variadas de la historia—, los clientes reconocen cada vez mayores dificultades para elegir el despacho de abogados vigo más adecuado.

 

A la hora de elegir letrado, subestimar el valor de la experiencia en un error mayúsculo. Cada año surgen firmas y profesionales de la abogacía de nuevo año, con precios y propuestas de valor «insuperables» o «nunca vistas», por citar algunos eslóganes comunes. Sin embargo, la experiencia no es un grado por casualidad. Sólo los bufetes con cientos de litigios a sus espaldas sabrán asesorar, defender y en definitiva, satisfacer las necesidades del cliente.

 

Guardarse información sensible durante la primera consulta es otra equivocación habitual. Cuando abogado y cliente se entrevistan por primera vez, este debe poner las cartas sobre la mesa y exponer el caso con todos sus pormenores, a fin de que el abogado pueda devolver el feedback adecuado y realizar las diligencias oportunas.

 

La relación calidad-precio no es una cuestión baladí. Sin embargo, por más que sea lícita la búsqueda de tarifas competitivas, la elección del despacho abogadil no debería basarse en la etiqueta del precio. Al igual que sucede en la contratación de otros productos y servicios, lo barato puede salir caro a largo plazo. Por más que sea un componente diferencial, el precio debe ponerse al mismo nivel de importancia que otros factores, como la especialización.

 

En efecto, la rama de especialización del bufete es otro aspecto trascendental. Confiar en firmas ‘todoterreno’, capaces de asumir cualquier caso, puede no ser la decisión más inteligente. Porque contarán con unos recursos humanos de competencias dispersas, que generalmente estarán en desventaja frente a letrados especializados en materias específicas, como el derecho mercantil, el penalista, el constitucional, etcétera.