La venta de autocaravanas de ocasión y de concesionario viene cosechando cifras de récord desde la pandemia. Las matriculaciones crecen no sólo por el auge del teletrabajo, sino también por el ascenso de tendencias como el slow travel, filosofía basada en viajar sin prisas, disfrutando del camino más que del destino en sí. De este movimiento social se ha beneficiado en cierto modo el sector del turismo itinerante.
El turismo itinerante es una modalidad que anima a sus practicantes a mantenerse en contante movimiento, explorando múltiples destinos y permaneciendo poco tiempo en cada emplazamiento. La flexibilidad es otra de sus características más sobresalientes. Los entusiastas del caravaning personalizan sus escapadas de acuerdo con sus gustos, en vez de acomodarse al itinerario, precios, horarios, etcétera, impuestos por terceros.
Dado que subraya la movilidad por encima de todo, esta forma de turismo exige el uso de vehículos especializados. En particular, las autocaravanas se adaptan como un guante a las necesidades de este perfil viajero. Se trata de un medio de transporte diseñado para desplazarse por carretera y satisfacer las necesidades de alojamiento.
Esta casa rodante se divide en múltiples compartimentos: la zona de camas, la cocina, el baño, el salón, etcétera, posibles gracias al carácter modular de sus espacios. Su capacidad depende del modelo elegido, superando las diez plazas en las unidades de mayor tamaño.
Esta modalidad de viaje tan particular también dispone de otro medio de transporte adaptado a sus exigencias: la caravana, un tipo de remolque pensado para acoplarse a un automóvil y proporcionar una ‘casa móvil’ allí donde se desplace. Dispone de los servicios y equipamientos básicos para satisfacer las necesidades de sueño, alimentación y descanso.
Así pues, el turismo itinerante y el caravaning no son fenómenos aislados, sino que existe una interdependencia, visible en el público objetivo al que se dirigen.