La edad es un factor crítico al contratar una póliza de salud. Aunque la cartera de productos aseguradores para la tercera edad era limitada en el pasado, esta tendencia ha cambiado positivamente para este público, que dispone hoy de adeslas senior precio y otras pólizas adaptadas.
En comparación con otros tramos de edad, los seguros para mayores de sesenta y setenta son ligeramente más caros. Una de las razones que lo justifican es la mayor calidad y especialización de sus servicios, con pruebas diagnósticas y prestaciones a domicilio pensadas para este público, al igual que su cuadro médico, experto en geriatría.
Lejos del edadismo del que se acusa al sector seguros, sus pólizas sénior presentan un mayor riesgo debido a la edad avanzada de sus asegurados. Pero más que la veteranía, son las patologías previas lo que encarece o abarata una póliza.
Sin importar la edad del contratante, la preexistencia de enfermedades y discapacidades afectan a la prima del seguro de salud. En combinación con otros parámetros, la compañía de seguros toma en cuenta las dolencias previas para establecer la cuantía de las mensualidades o limitar temporalmente el acceso a ciertos servicios, es decir, las carencias.
Como es lógico, la incidencia de hipertensión, Parkinson, Alzheimer y otras patologías se eleva a partir de los cuarenta y cinco años, de manera que las pólizas «para mayores» suelen presentar precios menos económicos.
Por otra parte, los seguros para la tercera edad comparten con el resto una tendencia alcista, un fenómeno que escapa al control de las compañías de este mercado porque se ajusta al Índice de Precios de Consumo (IPC). También se ve influida por la presencia cada vez mayor de los servicios y pruebas médicas de alta tecnología (TACS, resonancias, etcétera), que acarrean un mayor coste pese a la eficacia de sus resultados.