La madera ha sido un recurso indispensable para las sociedades humanas desde la antigüedad remota. Pese a la introducción de alternativas sintéticas, esta materia sigue desempeñando un papel protagonista en sectores como la construcción, el energético, el mobiliario o el de la papelería y la oficina. Para cualquier empresa maderera en Galicia y otras CC.AA, la gestión sostenible de la madera es hoy una cuestión prioritaria.
La industria maderera ha afrontado duras críticas en las últimas décadas debido al riesgo de sobreexplotación, deforestación y otros problemas asociados erróneamente con esta actividad, en lugar de con malas prácticas relacionadas. La gestión de los recursos forestales supone un desafío para las empresas madereras, que hoy utilizan distintas herramientas y programas destinados a proteger y reforestar las áreas boscosas.
En este contexto, una medida eficaz ha sido etiquetar y diferenciar del resto las maderas de origen sostenible. Dos de las certificaciones más famosas son el Programme for the Endorsement of Forest Certification (PEFC) o la Forest Stewardship Council (FSC).
Con el uso de certificaciones, se informa al consumidor de que la madera se ha obtenido de forma sostenible, sin poner en riesgo los bosques ni sus ecosistemas. También asegura el respeto de los estándares ambientales y sociales.
Además, la actividad de la industria maderera repercute no sólo en la gestión de recursos forestales, sino también en la economía global y en la generación de empleo. Sus actuaciones inciden asimismo en la seguridad, al disminuir el riesgo de incendios forestales.
Por su carácter renovable, biodegradable y reciclable, la madera es uno de los materiales más ecológicos del mercado, y las empresas madereras se ocupan de proporcionarla en cantidad y calidad adecuadas. Las buenas prácticas son necesarias para derribar tópicos y separar, de una vez por todas, la explotación forestal del perjuicio al medio ambiente.